Acampes antisemitas en las universidades

📆 Mañana, miércoles 15 de mayo ⏰ 19hs Las comunidades judías de las provincias del país unidas contra el antisemitismo🇮🇱 Conferencia de Cecilia Denot @gordameir , politóloga y magíster en relaciones internacionales. 💻 Por zoom: ID: 819 6203 8265 Password: vhk Te esperamos!! Por favor si podes compartirlo en las redes sociales de la kehila e invitar a los integrantes de la comunidad, muchas gracias y nos vemos mañana! Saludos. ilumica cromados Pablo Mune Ilumica.com.ar 1157348307

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Parasha comentario del Rabino Jonathan Sacks y Haftara Ki Tisa

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Libro Shemot / Éxodo (30:11 a 34:35) 

Resumen de la Parashá 

El Eterno dijo a Moshé que al censar a los varones mayores de veinte años, éstos debían pagar cada uno medio "shekel hakodesh" de plata, que sería ofrenda para Él. El dinero así recaudado, sería destinado para sufragar el servicio del Tabernáculo. El Todopoderoso ordenó también hacer un pilón (receptáculo) de cobre para ser utilizado por Aharón y sus hijos para el lavado de manos y pies. Debía estar ubicada en el atrio, a la entrada al Santuario.  Para investir a los sacerdotes debía utilizarse una mezcla de aceite de oliva con cuatro hierbas aromáticas.

El Eterno eligió a Betzalel, de la tribu de Yehudá y a Oholiav de la tribu de Dan, quienes eran artesanos, para que supervisaran la construcción del Mishkán.  Recordó Hashem que todos debían observar el Shabat y así el pueblo cesó de trabajar durante ese día.

Moshé estuvo en el monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches, y el pueblo ante el temor de que no regresara, demandó a Aharón la construcción de un objeto para adorar y, así inducido fundió oro de joyas y construyó un becerro.  Los judíos llevaron ante el becerro ofrendas, cantaron y danzaron. 

Todo esto despertó la ira del Todopoderoso y ordenó a Moshé descender, y por motivo de la corrupción del pueblo, lo destruiría.  Moshé le rogó que tuviera compasión sobre ellos y que les diera una nueva oportunidad.  Hashem oyó los pedidos de Moshé y aceptó apiadarse de ellos.

Moshé descendió con las dos Tablas de la Ley grabadas por el Eterno, y oyó el griterío del pueblo y al ver el becerro y las danzas, arrojó las tablas al suelo.  Destruyó el becerro de oro, echándolo al fuego.  Recriminó a Aharón por lo acontecido y éste le contestó que fue forzado por el pueblo.

Moshé pidió a quienes quisieran seguirle, a reunirse a su alrededor, siendo los primeros en acudir la tribu de Leví.  Por orden de Moshé, los levitas mataron a trescientos jefes revoltosos.  Moshé rogó al Eterno perdonara al pueblo y que no lo destruya y la respuesta fue que sólo castigaría a quienes pecaron intencionalmente.

Moshé levantó su tienda en las afueras del campamento, ya que había sido profanado por el becerro de oro.  Hashem volvió a asegurarle que Él guiaría al pueblo a la Tierra de Israel.

Moshé ascendió nuevamente al monte con dos nuevas tablas, según lo ordenado por el Omnipotente.  Hashem descendió en una nube y renovó Su pacto con los Benei Israel, y repitió los mandamientos, entre los cuales se prohibía toda idolatría, obligaba observar las festividades y el Shabat.

Nuevamente Moshé estuvo en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber, escribió sobre las tablas los Diez Mandamientos (Aseret Hadvarim), y luego descendió.  Su rostro brillaba por el resplandor Divino.

Comunicó las palabras del Eterno, a su hermano Aharón, a los ancianos y a toda la asamblea.  Luego Moshé se cubrió el rostro con un velo, que sólo se quitaba cuando se encontraba frente al Todopoderoso, o cuando transmitía las palabras de Él al pueblo.


Comentario del Rabino Jonathan Sacks

Traductor: Carlos Betesh
Editor: Abraham Maravankin

En el apogeo del drama del Becerro de Oro, ocurre una escena vívida y dramática. Moshé ha asegurado el perdón para el pueblo. Pero ahora, nuevamente sobre el Monte Sinaí, hace aún más. Le pide a Dios que esté con el pueblo. Le pide que le “enseñe Sus caminos,” y “muéstrame Tu gloria” (Éxodo 33: 13, Éxodo 18) Dios le responde:

Yo haré que toda Mi bondad pase delante de ti, y proclamarás Mi nombre, el Señor, en tu presencia… Tendré merced con quien tenga Yo merced, y tendré compasión con quien Yo tenga compasión.” Pero, dijo “no podrás ver Mi rostro, pues nadie podrá verMe y seguir viviendo.” (Éxodo 33: 20)

Dios entonces coloca a Moshé en una hendidura de la roca diciéndole que “podrás ver Mi espalda pero no Mi rostro", y Moshé lo oye decir estas palabras:

“Señor, oh Señor, Dios misericordioso y lleno de gracia, lento en la ira, pródigo en amor y lealtad, que proporciona amor a miles y perdona maldad, rebelión y pecado. Pero no deja a los culpables sin castigo” (Éxodo 34: 6-7) 

Este pasaje se conoció como “los Trece Atributos de la Misericordia de Dios.”

Los sabios entendieron este episodio como la instancia en la que Dios le enseña a Moshé y a través de él a todas las generaciones futuras, cómo rezar para exculparse de un pecado (Rosh Hashaná 17b). Moshé mismo utilizó estas palabras con pequeñas variantes en la crisis siguiente, la de los espías. Más adelante, fue la base de los rezos especiales llamados Selijot,rezos de penitencia. Es como si Dios se estuviera obligado a sí  mismo para perdonar al penitente en cada generación a través de esta auto definición. [1] Dios es misericordioso y vive con amor y perdón. Se trata de un elemento esencial de la fe judía.

Pero hay una advertencia. Dios agrega: “pero Él no dejará a los culpables sin castigo.” Hay una cláusula adicional en cuanto al efecto de los pecados sobre los hijos que requiere atención especial, pero no es nuestro tema actual. La advertencia nos dice que hay perdón, pero también castigo. Hay compasión pero también justicia.

¿Por qué? ¿Por qué debe haber justicia y también compasión, castigo y perdón? Los sabios dijeron:

“Cuando Dios creó el universo lo hizo con el atributo de justicia, pero vio que no se podía sobrevivir. ¿Qué hizo? Agregó compasión a la justicia y creó el mundo.” (Rashi a Génesis 1: 1)

Está declaración anima a formular la misma pregunta: ¿por qué no abandonó Dios la justicia totalmente? ¿Por qué no es suficiente solo con el perdón?
Algunas investigaciones fascinantes en diversas disciplinas, desde la filosofía moral hasta la psicología evolutiva y de la teoría del juego hasta la ética ambiental nos proporcionan una extraordinaria e inesperada respuesta.
La mejor puerta de entrada al tema es el famoso texto escrito por Garrett Harding en 1968 sobre “la tragedia de los comunes.” [2] Nos pide que imaginemos un bien que no tenga un dueño específico: tierra de pastoreo que pertenece a todos (los comunes), por ejemplo, o el mar y los peces que contiene. El bien en cuestión podría ser un ingreso para muchas personas, los chacareros,los pescadores. Pero a la larga atrae a demasiada gente. Hay un exceso de cultivo y de pesca y finalmente el bien se extingue. El campo corre el riesgo de degradarse. Los peces, el peligro de extinción. [3]

¿Qué ocurre entonces? El bien común requiere que de aquí en más todos y cada uno deben restringirse. Deben limitar el número de animales a pastorear o la cantidad de peces a extraer. Pero algunos individuos estarán tentados de no hacerlo. Continuarán con los excesos de ganadería y pesca. Y lo justificarán diciendo que la utilidad para ellos es importante y la pérdida para los demás insignificante, ya que estaría dividida entre muchos. El interés propio precede al bien común, y si una cantidad suficiente de personas lo practican, el resultado sería desastroso.

Esta es la tragedia del hombre común y explica cómo ocurren los desastres ambientales y también otros. El problema es el aprovechador (free rider), la persona que busca su propio interés sin tener en cuenta el bien común. Dada la importancia de este tipo de situaciones para muchos problemas contemporáneos, los mismos han sido estudiados intensivamente por biólogos matemáticos,  como Anatol Rapoport y Martin Nowak y por economistas conductistas como Daniel Kahneman y el fallecido Amós Tversky. [4]

Decidieron crear situaciones experimentales para simular ese tipo de problema. He aquí un ejemplo: cuatro jugadores reciben $8.- cada uno. Se les informa que pueden invertir la cantidad que quieran en un fondo común. El director del experimento recoge las contribuciones, las suma, le agrega el 50% (la utilidad que hubiera obtenido el campesino o el pescador al usar el bien común) y distribuye el remanente entre los jugadores por partes iguales. O sea que si cada uno contribuyó el total de los $8 al fondo, recibirá $12. Pero si algún jugador no aporta nada, el total será $24 que con el adicional del 50% se transformará en $36. Para los tres aportantes la suma final se habrá incrementado en $1, mientras que el free rider habrá ganado $9 más.

Sin embargo, esta no es una situación estable. Cuando el juego se repite, los participantes se dan cuenta de que hay un free rider entre ellos aunque el juego haya estado estructurado para preservar el anonimato. Ocurre entonces una de dos cosas. O se ponen todos de acuerdo en no contribuir al fondo (del bien común) o aceptan, si fuera posible, castigar al free rider. Frecuentemente las personas están deseosas de castigar, aunque les signifique una pérdida, fenómeno a veces llamado “castigo altruista.”

En algunos casos han colocado a los jugadores en equipos de resonancia magnética, para determinar qué parte del cerebro se activa. Lo interesante es que el castigo altruista está ligado a los centros de placer del cerebro. Kahneman lo explica de esta forma:

“Parecería que mantener el orden social y las reglas de ecuanimidad de esta manera  constituye en sí su recompensa. El castigo altruista bien podría ser el pegamento que mantiene unida a la sociedad.” [5] 

Sin embargo esta no es una situación feliz. El castigo es una mala noticia para todos. El que ofendió, sufre, pero también sufren los que castigan, ya que podrían haber tenido la posibilidad de invertir su tiempo y dinero en otras actividades vinculadas al mejoramiento colectivo. En estudios culturales comparativos, resulta que las personas oriundas de países donde esa práctica está más difundida son las que castigan más severamente. Las personas que provienen de sociedades donde la corrupción es más común y donde hay menos espíritu de bien público suelen ser las más punitivas. El castigo, en otras palabras, es una solución de último recurso.

Esto nos lleva a la religión. Una amplia serie de experimentos ha arrojado luz sobre el rol de las prácticas religiosas en estas circunstancias. Se han hecho pruebas en las cuales los concursantes tuvieran la oportunidad de hacer trampa y así obtener una ventaja. Si, sin conexión alguna con el experimento en cuestión, los participantes hubieran  tenido contacto con pensamientos religiosos - palabras vinculadas con Dios, por ejemplo, o recordar los Diez Mandamientos - engañan significativamente menos.[6] Lo que es especialmente fascinante de estos experimentos es que los resultados no muestran relación alguna con la creencia de los participantes. La diferencia no está en creer en Dios, sino en tener presente a Dios antes de la prueba. Esta puede ser una de las causas por las cuales el rezo diario y otros rituales son tan importantes. Lo que nos afecta en los momentos de tentación no es tanto el trasfondo de la creencia sino el acto de tener presente ese hecho de creer.

De mucho mayor significancia han sido los experimentos diseñados para calcular las diferentes maneras de pensar acerca de Dios. ¿Pensamos principalmente en términos del perdón Divino o de Su justicia y castigo? Algunos aspectos dentro de las grandes religiones enfatizan uno u otro. Hay predicadores incendiarios y otros que hablan con una pausada y suave voz de amor. ¿Cuál es la más efectiva?

Huelga decir que cuando los sujetos  del experimento eran agnósticos o ateos no había ninguna diferencia. Entre los creyentes, sin embargo, la diferencia resultó significativa. Los que creen en un Dios punitivo roban y engañan menos que los que creen en un Dios que perdona. Los experimentos fueron luego realizados para ver cómo los creyentes se relacionan con los free riders en situaciones de bien común como las descritas anteriormente. ¿Estaban dispuestos a perdonar o a castigarlos aún a costa de ellos mismos? Aquí los resultados fueron reveladores.Los que creen en un Dios punitivo castigan menos que los que creen en un Dios que perdona. [7] Los que creen que, como dice la Tora , Dios “no deja a los culpables sin castigo,” estaban más dispuestos a dejar que del castigo se encargue Dios. Los que se enfocaron más en el perdón Divino, eran más proclives a la devolución o la venganza.

Lo mismo es aplicable a las sociedades como tal. Acá la experimentación utilizó términos no exactamente pertinentes al judaísmo: compararon los países en términos del porcentaje de creyentes en el cielo y el infierno. “Las naciones con el más alto nivel de creyentes en el infierno y la más baja en el cielo, tenían los niveles más bajos de criminalidad. Por el contrario, los que creían más en el cielo eran los campeones de la delincuencia. Este modelo persiste a través de casi todas las  religiones, incluyendo varias de las cristianas, las hindúes y las religiones sincréticas que son una combinación de varios sistemas de creencia.”[8]

Este hallazgo fue tan sorprendente que la gente preguntó: en tal caso, ¿por qué existen religiones que restan  énfasis al castigo Divino? Azim Shariff ofrece la siguiente explicación:

“Porque aunque el infierno podría ser una buena manera de que la gente sea buena, el cielo es mucho mejor para que ellos se sientan bien.” Por lo tanto, si una religión se concentra en conseguir adeptos, “es mucho más fácil vender la religión que promete el paraíso divino que la que amenaza a los creyentes con fuego y azufre.” [9]

Ahora está claro por qué, en el mismo momento en que está declarando Su compasión, gracia y perdón, Dios insiste en que no dejará al culpable sin castigo. Un mundo sin justicia Divina sería el lugar donde habrá más resentimiento, crimen y castigo y menos espíritu comunitario y perdón, aun entre los creyentes. Cuanto más creemos que Dios castigará a los culpables, más estamos inclinados al perdón. Cuanto menos creemos que Dios castiga a los culpables, más resentidos y punitivos nos volvemos. Esta es una verdad totalmente opuesta a lo intuitivo, pero es la que nos permite ver la sabiduría profunda de la Torá en la tarea de crear una sociedad compasiva y comprensiva.



1Reyes 18:20-29

Las Haftarot, son elegidas por nuestros sabios por el sentido del relato, y está siempre relacionado o vinculado con la Parasha de esa semana
Esta semana la energía presente es Ki Tisa, y los temas de esta porción son entre otros; el censo y el medio shekel (instrucciones de como hacerlo), instrucciones de como fabricar el aceite, los utensilios y la tienda de la uncion, la Ketoret (incienso),
BeTZALÉL y AhoLIÁB como encargados de la obra


El shabat, el becerro de oro, la entrega de las Tablas (que se rompen), Los trece atributos de Hashem

HASHEM REITERA GUARDAR SU PROMESA Y SU PACTO

Evidentemente el desafío es encontrar el refuerzo del mensaje de la parashá en la Hartará. EL punto siempre es ver y descubrir qué tiene la Haftarah para decirnos, que también está dicho en la parashá. En ese camino es que primero presentamos los temas de la Parashá y buscamos en qué puntos se encuentran

Los personajes centrales de esta historia de la Hartara son Eliahu Anavi (profeta Elias), el Rey Ajhav אחאב -.( Rey de Israel, entre los años 874 y 853 a. C )y su leal asistente Obadia.
El pueblo de Israel esta pasando por situación de extrema hambruna, mientras El Rey Ajhav se ha casado con la hija de un canaaneo. Hashem se presenta ante Eliahu diciéndole que se presente ante Ajhav a decirle que Hashem enviará lluvias para acabar con la sequía. Pero… hay un detalle que resolver alli
Eliahu se acerca a Ajhav hablándole del abandono por su parte de los preceptos de Hashem y por haber rendido culto a los baalim.
El profeta Eliahu lanza entonces, un desafío para provocar al pueblo de Israel a asumir su responsabilidad al permitir esa actitud de sus gobernantes (porque cada pueblo tiene los gobernantes que merece, dice ElZohar). Convoca a todo Israel en el Monte Carmel, a los profetas de Baal y otros profetas y les habla diciéndoles:
¿Hasta cuándo seguirán vacilando entre estas ideologías? ¡Decídanse!
entonces preparó un altar, colocando 12 piedras…. ( D O C E )

Esta, en mi opinión, es uno de los muchos puntos de contacto.
En el principio de la Parashá hay un censo. "cuando alces la cabeza de los hijos de Israel", (Ki tisa et-rosh beney-Yisra'el shmot 30:12) un censo a través de la entrega de un medio shekel.
Debian entregar UN MEDIO SHEKEL por cada hombre mayor de 20 años que hubiera en la casa. La moneda se entregaba en la puerta, y nadie corroboraba que esa cantidad de hombres hubiera en la casa.
Porque en realidad NO IMPORTABA

La idea era básicamente que cada persona pudiera evaluar y decidir en su fuero intimo y en su ser, si estaba disponible a ser parte del TOTAL.
Lo importante no era saber cuantos somos, sino como somos, en calidad de qué llegamos, en carácter de qué estamos presentes.
Como dijo Elihau / Moshé… estamos DECIDIDOS(?)… de ser asi, todo lo demás llega

Hay una frase que dice : "vos tejé, que la lana va a llegar". Y es asi como funciona
Si estas dispuesto, si estas decidido, SI TENES VOLUNTAD, los RECURSOS SIEMPRE APARECEN.
Y eso es el censo.
¿Estas ahí?
¿Se puede contar con vos?
(la palabra "contar" ספר) – en hebreo, también se usa cuando queremos "relatar" algo, y el punto es, ¿sos parte del relato?)
Y si estas allí, si te decidiste, entonces trae tu parte, que será completada y completará la parte que traerá el otro.
Porque siempre nuestra parte es la mitad de algo, es la mitad de otra cosa, porque aquí somos parte de un conjunto. Porque aquí aportamos la mitad, una parte que a su vez será completada por otro

Ki Tisa, nos invita a "levantar la cabeza", ("cuando alces la cabeza de los hijos de Israel", Ki tisa et-rosh beney-Yisra'el shmot 30:12) a funcionar como pueblo, A que cada una de la partes conforme un TODO

No son los grandes milagros (que aún hoy, suceden cada minuto de nuestra vida) los que van a cambiar nuestra día a día
Levantemos nuestra cabeza hoy para ser contados
Recordemos que cada mañana que nos levantamos no es por el mérito de lo que hemos hecho ayer, sino sólo por lo que haremos HOY

¿Estás?

Silvia Dvoskin

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