ShabatVaiakhel - Tajashim: sobre lo extraordinario y lo efímero.

  La riqueza de la tradición judía, sus fuentes y comentaristas, nos invitan una vez más a profundizar en el vasto océano de las múltiples interpretaciones que ofrece. La inmensidad puede ser intimidante, pero apenas nos aventuramos por la orilla del aprendizaje, el camino puede sorprendernos con perlas relucientes, como las que encontramos en la porción de la Torá que nos convoca esta semana: El Pueblo de Israel se reúne, comprometidos en la construcción del Mishkán. En una muestra de la asombrosa generosidad que los movilizaba, trajeron oro, plata y cobre, hermosas lanas y telas, maderas de gran valor, piedras preciosas… Entre los materiales donados se encontraban pieles de cierto animal llamado en hebreo "tajash" . Hoy, algunas traducciones al castellano del versículo Éxodo 35:7 hablan de "cueros teñidos de azul". La Sociedad de Publicaciones Judías (JPS) arriesga una conjetura y traduce estas pieles "como las de un delfín&quo

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Haftara Balak

Mijah 5:6-6:8

Nuestros Sabios, de Bendita Memoria, recurrieron al libro del Profeta Mijah para seleccionar el texto de esta Haftará, que se corresponde con la Parashá Balak que hemos leído en los rezos sabáticos pocos minutos antes.

En forma injusta se suele incluir a Mijah entre los Profetas menores, creo que ello se debe a la corta extensión de las partes que se encontraron de su Libro o, quizás, a que fue contemporáneo –nada menos- de Ieshaiahu, Amos y Hosheah, entre otros enormes Profetas de los siglos VII y VI a.e.c.-

Mijah desarrolló su actividad en el Reino de Iehuda, cuya capital fue Jerusalem, después de la escicion de las 10 tribus del norte que formaron el R

 

eino de Israel. Condenó abiertamente al rey Ajhaz, así como también a las autoridades rabínicas del momento por las prácticas paganas incluso sacrificios humanos, hechiceros, adivinos y falsos profetas milagreros incorporados a la cultura hebrea de aquellos tiempos por demasiado estrechos contactos con pueblos vecinos, como Asiria y Egipto.

Como nos ilustra el Rab Mordejay Edery (z'l) en el Jumash, el enome aporte de Mijah que ha perdurado hasta hoy es haber resumido la esencia misma de la Torá en tres grandes valores genéricos que sintetizan lo que es bueno y lo que Ad' pide al Hombre, a saber:

  1. Hacer justicia cumpliendo todos los preceptos que regulan y ordenan las relaciones humanas en la dimensión horizontal;
  2. Amar la benevolencia, aún renunciando a los propios derechos en aras de la armonía social;
  3. Cumplir todos los preceptos en la relación con Ad', no solo en público, sino también en lo más íntimo de nuestro ser, aunque resulte invisible a los ojos del prójimo, incluyendo ciertos cuestionamientos perversos en cuanto a la fe se refiere.

Nos queda a quienes integramos las generaciones actuales del Pueblo Judío, mediante el estudio y la práctica, recibir este legado y mantener viva en nuestras vidas la inspiración del Profeta Mijah

.habat Nuestros Sabios, de Bendita Memoria, recurrieron al libro del Profeta Mijah para seleccionar el texto de esta Haftará, que se corresponde con la Parashá Balak que hemos leído en los rezos sabáticos pocos minutos antes.

En forma injusta se suele incluir a Mijah entre los Profetas menores, creo que ello se debe a la corta extensión de las partes que se encontraron de su Libro o, quizás, a que fue contemporáneo –nada menos- de Ieshaiahu, Amos y Hosheah, entre otros enormes Profetas de los siglos VII y VI a.e.c.-

Mijah desarrolló su actividad en el Reino de Iehuda, cuya capital fue Jerusalem, después de la escicion de las 10 tribus del norte que formaron el Reino de Israel. Condenó abiertamente al rey Ajhaz, así como también a las autoridades rabínicas del momento por las prácticas paganas incluso sacrificios humanos, hechiceros, adivinos y falsos profetas milagreros incorporados a la cultura hebrea de aquellos tiempos por demasiado estrechos contactos con pueblos vecinos, como Asiria y Egipto.

Como nos ilustra el Rab Mordejay Edery (z'l) en el Jumash, el enome aporte de Mijah que ha perdurado hasta hoy es haber resumido la esencia misma de la Torá en tres grandes valores genéricos que sintetizan lo que es bueno y lo que Ad' pide al Hombre, a saber:

  1. Hacer justicia cumpliendo todos los preceptos que regulan y ordenan las relaciones humanas en la dimensión horizontal;
  2. Amar la benevolencia, aún renunciando a los propios derechos en aras de la armonía social;
  3. Cumplir todos los preceptos en la relación con Ad', no solo en público, sino también en lo más íntimo de nuestro ser, aunque resulte invisible a los ojos del prójimo, incluyendo ciertos cuestionamientos perversos en cuanto a la fe se refiere.

Nos queda a quienes integramos las generaciones actuales del Pueblo Judío, mediante el estudio y la práctica, recibir este legado y mantener a inspiración del Profeta Mijah

Enrique Derdik


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